Bonnie McBird «revive»a Sherlock Holmes y a Watson, dándoles una nueva aventura llena de misterio y acción.
Londres. Un nevado diciembre de 1888. Sherlock Holmes, 34, languidece y ha vuelto a la cocaína después de una desastrosa investigación del Destripador. Watson tampoco puede consolar ni animar a su amigo, hasta que una carta codificada extrañamente llega desde París. Mlle La Victoire, una hermosa estrella francesa de cabaret escribe que su hijo ilegitimo de un lord ingles ha desaparecido, y ella ha sido atacada en las calles de Montmartre. Al llegar rápidamente a París con Watson a su lado, Holmes descubre que el niño desaparecido es solamente la punta del iceberg de un problema mucho mayor.
Ah, Sherlock Holmes… pocas figuras literarias son tan populares y han sido tan explotadas como la del famosísimo detective londinense y su inseparable John Watson.
En este libro, la autora, retoma al singular habitante de Baker Street y le da un nuevo misterio por resolver: una guapa cantante francesa ha perdido a su hijo y la desaparición parece estar ligada con el descubrimiento de una antigua y valiosa estatua griega.
Holmes, por supuesto, decide aceptar el caso y es así como nos embarcamos a su lado para resolver todo el misterio. No quiero detenerme mucho en la trama pues creo que en una novela de misterio, es mucho más emocionante como lector descubrir cada uno de los detalles de la misma.
Diré, sin embargo, que creo que la autora logra plasmar perfectamente bien la esencia del personaje… sobre todo en su concepción moderna. Es curioso que McBird, al ser guionista de cine y televisión logró que su Sherlock Holmes reflejara a veces el papel interpretado por Robert Downey Jr. en las versiones cinematográifcas, pero también que tuviera rasgos del Holmes interpretado por Benedict Cumberbatch en la serie de televisión. Aunque ella reconoce que -del mismo modo- Watson tiene rasgos de Judd Law, la verdad es que yo únicamente lo identifiqué en todo momento con el personaje de Martin Freeman.
La historia está bien delineada y es entretenida, aunque en mi opinión, un poco predecible. Hay guiños interesantes, como la aparición de Tolousse Lautrec y la descripción de toda la vida parisina de libertinaje, en contraste con los rigurosos modales de los ingleses.
El libro tiene una buena dosis de sangre y escenas gráficas también, cosa que fue una sorpresa (grata). En las últimas páginas debo de admitir, que aunque tenía una idea de lo que iba a pasar, no podía soltar el libro. Una vez más, el hecho de que la autora sea guionista cinematográfica, ayuda mucho a que las escenas que describe sean muy visuales y fáciles de imaginar.
Estoy segura de que todo fan de Sherlock Holmes (sobre todo en sus adaptaciones a la pantalla) acabará feliz y satisfecho después de leer esta historia del brillante detective. No sé si la autora planee seguir escribiendo libros con Holmes como protagonista, pero definivamente la volvería leer.